Fabrice Ortogni creció en el entorno, los olores y la magia industrial de Walcast en Gosselies, la fundición de precisión creada por su padre y su madre, un dúo de emprendedores impulsados por el mismo espíritu. Allí, en contacto con las máquinas, el joven puso en práctica su pasión por dibujar objetos con líneas elegantes y eficientes.

Luego, siguiendo la misma línea, Fabrice estudió diseño industrial en La Cambre (Bruselas) donde su proyecto final destacó un espíritu lúdico, amante de la técnica y con una inclinación por el humor fuera de lo común. Prueba de ello, Fabrice se destacó creando un submarino biplaza ultraligero tan fácil de usar como un bote a pedales, utilizando dos boyas y lastres para descender a una profundidad de cuatro metros. Realizará este proyecto patentado, pasando de la concepción al prototipo de esta máquina que aplica el principio de Arquímedes.

¿Pero por qué este nombre?Porque designa un avión legendario, con su diseño de ala de gaviota invertida, su elegancia llena de energía y su color azul «MARINO». Para Fabrice, este avión es un objeto preciso, portador de emoción y simplemente perfecto. Su forma deriva de su función. Todos los componentes de esta máquina voladora sintetizan las soluciones encontradas para resolver la ecuación de los conceptos innovadores. Este es el lema cuando se propone un proyecto a la empresa Corsair.